Visitar Aruba, la isla feliz

No es un secreto para nadie que haya andado el Caribe que a Aruba la llama la isla feliz, tal es el slogan con que el ente de turismo la promociona, el slogan que se lee en las patentes de los autos de los locales, en las camisetas y los pañuelos playeros. La isla feliz, si se lo piensa bien es una apuesta muy alta, pero los arubianos no dudan en hacerla, así de seguros están. Ellos saben, y dicen saber, cómo hacer que los turistas alcancen el climax en Oranjestad. Así que si usted está de humor para pasar sus vacaciones en una pequeñísima porción de tierra de origen volcánico surgido de las aguas cálidas del Caribe, en la que todos, locales y visitantes, son felices, no lo dude y vaya a por su ticket.

Una de las opciones que ofrecen las líneas aéreas (Copa o Avianca) desde Buenos Aires hasta Oranjestad es vía Bogotá. Son seis horas de vuelo hasta la capital de Colombia, luego se hace la conexión y en un hora y media más de aire se aterriza en el aeropuerto internacional Reina Beatrix de Aruba. Sepa que la isla tiene más de 300 días de sol al año así que si usted no es yeta llegará y tendrá sol, vientos alisios y unos 30 grados casi obligatorios.

Así que ya en el vuelo, mietras se mira alguno de los estrenos de Hollywood puede empezar a gozar de eso que va a buscar al Caribe: ¿Sol y playa? El formulario de migraciones que entre las preguntas de rigor consulta cuál es el motivo del viaje, ofrece esa como una de las respuestas. Y ¡qué felicidad es hacer click allí! Ve, la isla empieza a lograr su objetivo.

Aruba es un estado autónomo del reino de los Países Bajos, tercera de las Antillas Holandesas por su tamaño: tan sólo 180 kilómetros cuadrados. Cuenta con 106.698 habitantes y su población está compuesta por 96 diferentes nacionalidades que se han integrado armónicamente con los locales de descendencia holandesa, africana, española e indígena. La lengua del arubiano corrientes es el Papiamento, idioma nativo de raíces afro portuguesas, que fue reconocido como lengua oficial de Aruba en 2003. Aún así los niños son escolarizados en holandés y aprenden papiamento como segunda lengua, así como inglés y español.

Los principales centros urbanos son Oranjestad, donde están todas las cadenas hoteleras, casi todas las europeas y estadounidenses, muchos all inclusive, y todos los restaurantes y salones nocturnos. Por dar sólo un dato aproximado, una semana en un all inclusive cuesta alerededor de mil dólares por persona, con aéreos incluidos.

La otra ciudad es San Nicolás en el extremo sureste, una zona casi sin vegetación, de casas pequeñas y coloridas, calles angostas donde viven principalmente los residentes de la isla, que trabajan, sobre todo, en turismo. Semanalmente San Nicolás monta un pequeño desfile de carnaval, una fiesta con tambores para atraer turistas, aunque la ciudad no forma parte del circuito de turismo más tradicional.

Si llega allí por primera vez sepa que será recibido por el ondular de las palmeras que sacuden los vientos alisios, que son caliente y ascendentes y que se sienten como una caricia y una invitación a animársele a uno de los deportes más populares de la isla: el kite surfing. Si así lo desea el lugar para montarse a las olas, asido de una cometa de color que arrastran los vientos es la playa Fisherman Huts. Una de las claves del éxito de la misión es la hora a la que se practica el kite: la insicación de los que saben señala que es deseable hacerlo por la tarde, después de las 16. Vaya, dese una vuelta por allí, donde también puede apuntarse para realizar saltos en paracaídas

Un clásico de Aruba, también gracias a sus vientos es la práctica del windsurf, que tiene su punto más alto cada mes de junio, en que Aruba se convierte en la sede del campeonato mundial para aficionados Hi-Winds, por el que lleva el mote de capital mundial del windsurfing.

Deporte más, deporte menos, lo que hay que saber, antes que nada es que la isla es, sobre todo, bellas playas de arena fina y blanca que nunca queman los pies. El mar es calmo y tibio que siempre invita a quedarse en el a mirar la costa desde el agua, las playas son tan distintas desde allí y no importa lo mucho que uno se adentre, siempre que mire hacia abajo podrá verse los pies e incluso el fondo, y muchos peces, claro. Hay un punto en la isla, en el extremo sureste, con un faro. Desde allí es posible ver todo el contorno de Aruba, de una punta a la otra.

El 65 por ciento de los turistas que recibe la isla al año son de origen estadounidense y ello hace que sea una destino en el que no faltan las grandes marcas de lujo y todas las cadenas de comida rápida. Por lo demás, en los restaurantes de la isla puede accederse a una amplia carta gastronómica, pese a que no se cultiva ninguna fruta ni verdura y tampoco hay ganado de ningún tipo. Todo es importado. En buena parte de los lugares de playa puede almorzarse por unos 20 dólares, principalmente bandejas de pescado y mariscos fritos con raciones de panbati (panqueques hechos a la plancha con harina de trigo y de maíz) y funchi (trocitos de polenta fritos o a la parrila) y la ya tradicional cerveza Balashi, producida en Aruba en base a malta escocesa y lúpulo alemán.

Aruba tiene sólo una pequeña cuenca de agua dulce que está en el interior del Parque Nacional Arikok, que no alcanzaría ni para un día de consumo de la isla, así que toda el agua que se bebe es agua de mar desalinizada mediante un proceso de filtración a través de corales. Los arubianos sirven agua del grifo, bien fría y en grandes jarras y ese es uno de sus principales orgullos, el proceso por el que hacen del agua de mar, agua perfectamente potable y hasta rica, que los turistas beben sin ningún tipo de consecuencia gastrointestinal.

La clásica postal de Aruba es de dos árboles retorcidos, los famosísimos divi-divi que están en la playa Eagle Beach. Haga lo que haga no deje de pasar por allí, aunque parezca mentira podrá colocar su mantita junto a los arboles y hacer las fotos que quiera. Que nadie le diga lo contrario, en la isla feliz hay siempre mucha gente aquí y allí pero cada uno tiene su espacio, su silencio requerido, su paz bañada de sol, su tiempo para estar tendido en la arena sin que ninguna pelota vaya a aterrizar en su rostro.

Así que vaya, anímese a visitar Aruba y ser feliz al menos una semana en la vida.

Comentarios a esta nota

También te podría gustar...