Instrucciones para encontrar sin buscar: homenaje a Julio Cortázar

Hoy, 26 de agosto de 2014, se cumplen cien años del nacimiento de Julio Cortázar. Desde Instrucciones para, que inspira su nombre, claro está, en este gran escritor, queremos homenajearlo desmenuzando en 8 tips el capítulo 1 de Rayuela. Ese primer capítulo, guarda las claves para un verdadero encuentro. En efecto, allí Oliveira nos explica el método sin método que utilizaban con la Maga para encontrarse (y desencontrarse) en las calles de París. Porque en el fondo, no hay mejor instrucción que aquella que combate las instrucciones: he aquí nuestras instrucciones para encontrar sin buscar mientras leemos a Cortázar.

1. Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico.

Un verdadero encuentro debe ser un acontecimiento y un acontecimiento no puede ser programado (aunque sí esperado). Lo que se pauta entra en el orden del plan y lo planificado no arriesga, pierde la espesura necesaria para dotar a un encuentro con todo el peso de su realidad, se vuelve un ítem, un punto estipulado en un proceso que tiene un objetivo.

2. Pero ella no estaría ahora en el puente.

Para encontrar hay que desprenderse. Hay que lanzarse al precipicio del olvido. Hay que dejarse llevar como si ya no necesitáramos eso que queremos encontrar. Hay que dejarse caer en una escalera y echarse a mirar a los que pasan, imaginarles una vida que sea totalmente opuesta a la que tienen. Hay que dejar de buscar.

3. Y lo que llamamos amarnos fue quizá que yo estaba de pie delante de vos, con una flor amarilla en la mano, y vos sostenías dos velas verdes y el tiempo soplaba contra nuestras caras una lenta lluvia de renuncias y despedidas y tickets de metro.

El otro es tu espejo. No te apurés en denunciar sus movimientos: pueden ser los tuyos. Cuidado con este paso.

4. Y mirá que apenas nos conocíamos y ya la vida urdía lo necesario para desencontrarnos minuciosamente.

El que pierde, encuentra.

5. Entonces te seguía de mala gana, encontrándote petulante y malcriada, hasta que te cansaste de no estar cansada y nos metíamos en un café del Boul Mich y de golpe, entre dos medialunas, me contaste un gran pedazo de tu vida.

El canon siempre fue porteño. Epígonos sobran, pero la literatura argentina nunca fue cortazareana. Desde fines de los noventa se lo intenta olvidar: todavía no se lo ha logrado.

 6. Sentados en un montón de basuras fumábamos un rato, y la Maga me acariciaba el pelo o canturreaba melodías ni siquiera inventadas, melopeyas absurdas cortadas por suspiros o recuerdos. Yo aprovechaba para pensar en cosas inútiles, método que había empezado a practicar años atrás en un hospital y que cada vez me parecía más fecundo y necesario. Con un enorme esfuerzo, reuniendo imágenes auxiliares, pensando en olores y caras, conseguía extraer de la nada un par de zapatos marrones que había usado en Olavarría en 1940. Tenían tacos de goma, suelas muy finas, y cuando llovía me entraba el agua hasta el alma.

La memoria es el sitio perfecto para practicar el encuentro con lo que no se busca. Los recuerdos guardan todo: lo importante y lo de menos. Oliveira sólo busca lo insignificante, pero no siempre.

7. Sé lo que es eso porque también obedezco a esas señales, también hay veces en que me toca encontrar trapo rojo.

El buscador obedece a leyes invisibles, no por eso menos evidentes. El buscador desespera y de vez en cuando no le queda otra que tirarse al suelo de algún restorán de primera, luchar contra las circunstancias para evitar males mayores, enfurecer a todos y quedar como un loco. Ojo: el buscador y el no-buscador pueden ser la misma persona.

8. Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos

Cortázar no supo que en el futuro iba a existir el Facebook, pero dejó cientos de fotografías, hermosamente casuales, perfectas para las redes sociales. Nótese que en muchas de sus fotos hay gatos. Nótese que en internet pululan las fotos de gatos. Fines de Agosto de 2014: Google dedica su Doodle a Julio Cortázar. El fondo es azulado, como la tapa de un disco de jazz. La segunda g de Google es una caricatura del escritor. El conjunto podría ser una estampilla. Debajo, la frase que se ha convertido en el rezo de los jóvenes de varias generaciones que andan a la búsqueda de aquello que pueda romper las normas que le ponen rejas a la realidad. Los más viejos ya no rezan, han dejado también de tributar insectos a dioses novedosos. Sin embargo todavía vibran con la cadencia y la r arrastrada de aquella voz que no conoció internet, pero a la que se le adelantó con sus propuestas saltarinas, fragmentarias y de conexiones infinitas como un nuevo modo de lectura que, hoy más que nunca, persiste.

 

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