¿Qué significa leer? ¿Por qué se lee?

En este post abordamos ciertas nociones claves en torno a la importancia de la lectura, las animaciones a la lectura y a la escritura y el rol de los mediadores (maestros, bibliotecarios y animadores).

En nuestra sociedad «leer» significa muchas cosas. Cuando hablamos de leer, no sólo nos referimos a la actividad de leer palabras escritas. Sin ir más lejos, cuando contemplamos una pintura o una imagen también estamos leyendo. Pero no sólo eso: en sentido estricto «leemos» la vida. En efecto, la lectura es una habilidad que comenzamos a desarrollar desde pequeños. «Mucho antes de disponer de «lenguaje», un bebé «lee» el mundo que lo rodea», explica la escritora Graciela Montes. «El movimiento de una cortina, cierta luminosidad, el contacto con la colcha de la cama algo «le dicen». No se trata de un significado que esté allí de antemano, no es cierto que ese movimiento de la cortina, esa luminosidad, o ese contacto con la colcha estén preparados para decirle lo mismo a cualquier otro bebé. Él ha construido la significación, es resultado de su trabajo» (Graciela Montes. La gran ocasión. La escuela como sociedad de lectura. Buenos Aires, Plan Nacional de Lectura, Ministerio de Educación Ciencia y Tecnología, 2007).

Leer - Photo by Unsplash

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Esto último que dice Montes apunta a señalar, además, que la lectura es un proceso activo. La lectura es una práctica, una acción creativa. Esto significa que la antigua noción de la lectura como placer ligada a la contemplación pasiva de una obra escrita ha sido superada como idea. En este sentido, cabe señalar la diferencia, como indicaba el teórico francés Roland Barthes, entre “texto de placer” (lectura confortable, que colma y que tiene continuidad con el sistema cultural) y “texto de goce” (lectura cuestionadora, que desacomoda -incluso a veces que produce aburrimiento-, que disloca y hace vacilar nuestros gustos, valores, recuerdos, etc). Tanto el reconocimiento (texto de placer) como la ruptura ciertos con aspectos de la cultura (texto de goce) como el descubrimiento de otras experiencias nuevas, son motivaciones para posteriores lecturas. Estas experiencias de ruptura o de acercamiento a los desconocido ponen en discusión la visión del mundo y, por supuesto, la amplían.

La importancia de la lectura en la escuela

La lectura es una práctica transversal del currículum escolar que supone que un sujeto diestro y hábil en el acceso a la información es también un sujeto más capacitado para ejercer su rol como ciudadano (Gustavo Bombini). La lectura, además, es una constructora de subjetividad e identidad y una fuente de placer que la comunidad educativa en su conjunto debe garantizar a través del desarrollo de las condiciones que permitan la formación de más y mejores lectores.

¿Qué es una animación a la lectura? Promoción vs. animación. 

La promoción a la lectura se refiere a políticas institucionales o gubernamentales que buscan garantizar el acceso a la lectura. Mientras que las animaciones son prácticas o proyectos concretos. Un taller de animación no es una actividad recreativa con libros, ni una actividad ligada a la palabra en algún evento especial, tampoco la simple selección de libros y su exhibición, ni las actividades escolares orientadas al aprendizaje de los contenidos curriculares de lengua y literatura.

Una definición que propone la Dra. Susana Gómez (especialista en LIJ, fundadora del PROPALE): “Un serie de procesos, proyectos y momentos de integración, cuyo eje es la propuesta de experiencias de recepción, tanto de textos escritos como de otras manifestaciones textuales, en un espacio de interacción social. El objetivo es la experimentación de la lectura como práctica estética, social, sin la mediación de los discursos de la práctica pedagógica, durante un período de tiempo que permita el desarrollo de actitudes positivas frente a ella, como práctica vital entre otras prácticas culturales”.

Leer - Photo by Unsplash

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De fondo de la animación está el objetivo de estimular la formación de lectores autónomos. Nos alejamos de esperar una “determinada” o “única” respuesta de los receptores de los textos. Se busca la autonomía (la adquisición de criterios propios de selección) y se debe garantizar, en la medida de lo posible, la libertad para una lectura activa y creativa. El animador se debe abstener de exigir respuestas “correctas”; más bien debe mantenerse alerta hacia sus propios preconceptos de lectura, convirtiéndose en un guía.

El rol de los mediadores a la lectura

Un mediador tiene que aspirar a ser un “primer lector”: esto es, destreza y entrenamiento en el ejercicio de los propios criterios de selección (S. Urich). Para esto debe entrenarse: sopesar sus propias competencias, criterios, premisas, supuestos de lo que parte. En primer término, debe leer mucho y mantenerse informado para lograr una selección adecuada sobre el material y las actividades que propondrá. En segundo lugar, debe entrenarse en la capacidad de observación: ¿Cuál es el estado de cosas al que se enfrenta? ¿Cuál es el contexto sociocultural y educativo en el que pretende intervenir? En tercer lugar, debe revisar continuamente sus propios criterios y concepciones acerca de la lectura: ¿Cuál es su posición cultural y pedagógica? ¿De qué concepción de lectura parte? En este sentido, siguiendo a Bombini, habría que dejar en claro que un mediador debe mantenerse alerta frente a sí mismo (sus propios preconceptos) para poder reconocer la diversidad de escenas, sujetos, concepciones, representaciones con las cuales va a interactuar y que no necesariamente coinciden con lo que el propio mediador concibe como “buena lectura”.

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Un mediador, en suma, debe poder construir y sostener una mirada crítica sobre sus propias concepciones al tiempo que una mirada amplia y culturalmente comprensiva para poder atender a los significados ejercidos por los propios lectores, sin descartar tensiones y diferencias, y recuperando las “múltiples dimensiones históricas, institucionales, culturales y subjetivas que se ponen en juego en la práctica de la lectura” (G. Bombini).

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