Viajar a Punta Cana

Hoy veremos unas cuantas instrucciones para viajar a Punta Cana. A ver… antes que nada vale apuntar algunas palabras que bien vale tener apuntadas en el bolsillo cuando se decida aterrizar de una vez en los paraísos de playa de la República Dominicana.

A saber: All inclusive, chocolate friends, merengue, brugal y manglares. Sólo esas pocas palabras harán de la estadía en la isla una fiesta. Lo primero es lo primeros, sepa que el éxito turístico que en las últimas décadas ha tenido Punta Cana no se debe a otra cosa que al famoso todo incluido: incluido alojamiento, comidas y bebidas, donde quiera que el viajero se encuentre, en su hotel o en cualquier otro de la cadena, y siempre un poco más, animación, juegos y clases, tenis, reposeras y hasta toallas siempre disponibles.

Para muchos de los turistas, a la hora de viajar a Punta Cana, lo único que cuenta son los tragos y la comida rápida que ofrecen todas las barras, ya sea en las playas, ya en las piscinas, en los parques y espacios comunes. Ciertamente, y esto no es un prejuicio, es preciso aclarar que buena parte del turismo de Punta Cana, en el extremo noreste de la la República, proviene de los Estados Unidos. Dicho esto, no ha de sorprender al turista que todos los días, durante todo el año se celebren en los parques de los hoteles casamientos, despedidas y lunas de miel. Un paquete también, todo incluido, felicidad garantizada pero con fecha de vencimiento.

Pasemos entonces a la siguiente palabra de la lista. Los llamados chocolate friends (amigos de chocolate) que no son otra cosa que unos mulatos y mulatas que se las traen, puro talento y sex appeal que se pasean por los hoteles invitando a los turistas a prenderse en excursiones, clases de baile, juegos de mesa, ejercicios acuáticos y karaoke. Eso son los chocolate friends, siempre listos para animar, divertir y mantener contentos a los turistas. Otra vez, alegría amigable de chocolate. A modo de preámbulo ya en el aeropuerto de Punta Cana, cubierto sólo por un techo de palapa, reciben a los recién llegados unas mulatas con vestidos de volados y colores potentes que se menean al ritmo del merengue y coronan a los turistas con guirnaldas de flores.

Y eso nos lleva al siguiente punto: el merengue. No el italiano, no el que se come con dulce de leche o crema, sino la danza de la isla. Haga lo que haga, intente seguir el ritmo, el pulso del lugar, que es un pie adelante, dos para atrás y sigue. Nada hay que no pueda olvidarse entre esas playas, con esa persistente bruma marina que todo lo baña de una calidez que se prende de la ropa y de la piel. Recuerde que los dominicanos sufrieron la larguísima dictadura de Trujillo y la resistieron y hasta le torcieron el brazo, así que ¿por qué no baila, por qué no? Y si no sabe quién fue Trujillo puede ir a la wikipedia o mucho mejor, leer La fiesta del chivo, la inmensa novela de Mario Vargas Llosa sobre el auge y caída del dictador dominicano.

Nos queda brugal, y si, ya se imaginará de qué viene. El brugal es el ron típico de la isla, el que sirven en los hoteles y el que puede comprarse en cualquiera de las despensas, desde inmensos almacenes de ramos generales hasta pequeños puestos de playa. El brugal está en todas partes y es una bendición su embriagadora alegría, que no hace sino aflojar cadera y piernas para que los pies encuentren el paso y sigan a meta merengue. Sin duda es uno de los secretos que se descubren al viajar a Punta Cana.

Punta Cana tiene poco más de 50 kilómetros de playa, y no hace falta que aquí se las describa, muchos tonos de turquesas y verdes justo allí donde el Atlántico se une al Mar Caribe, usted ya ha visto cientos de fotos de esas aguas, le han dicho miles de vences que la arena es blanca, suave y que no quema los pies, pero nada, nada de lo que nadie pueda decirle lo preparará para el shock emocional al que esos colores y ese clima lo arrastrarán, gozo total y absoluto.
Hay, all inclulsive para todos los gustos y todos los bolsillos, desde las grandes cadenas a los hoteles boutique, que ofrecen grandes y lujosas casas a sus residentes y donde una noche puede llegar a pagarse entre entre 3.000 y 15.000 dólares. Los costos los marcan las temporadas, las semanas más concurridas son la última de diciembre y la primera de enero, fiesta, fiestas y fiestas.

Vale la pena hacer una alto en Animal Adventure Park, un parque temático de inmersión en el medio en el que los visitantes pueden experimentar el nado con tiburones y rayas, asistir a espectáculos con loros y papagayos, y juegos de complicidad con leones marinos y focas.

Pero prometí una palabras más: manglares. Para llegar a ellos hay que ir a la otra punta de la isla, en la costa de Bayahibe en el extremo sureste de República Dominicana. No es el destino más frecuentado al viajar a Punta Cana y eso le otorga un carácter más local, un poco, sólo un poco a resguardo de la masificación turística. Por eso Bayahibe tiene aromas propias, el del café negro, pero también el del mango y la papaya, el maracuyá. Cierto es que todos esos frutos se encuentran también en Punta Cana, pero son predominantes en esta costa. Es desde el puerto de Bayahibe que se sale en lancha en una travesía que permite disfrutar del mar, de amplias lagunas en las que es posible bajar y nadar y costas de mar calmo donde pueden verse cientos de estrellas marinas. La zona a visitar es el Parque Nacional del Este. A los bosques de manglares se llega en pequeñas embarcaciones de madera y redes, con remos. Los manglares son agrupaciones de árboles que pueden sobrevivir en superficies inundadas, incluso, como aquí en el medio del mar. Poseen raíces aéreas que les permiten elevarse sobre el nivel del agua, como sobre zancos dejando sus partes frondosas al descubierto. El secreto de su reproducción está en sus semillas que tienen forma de chauchas delgadas y largas que al desprenderse de las ramas, caen y se incrustan en el fondo arenoso para dar lugar, luego a un nuevo árbol.

Los manglares son, por todo ello, ecosistemas naturales, que dan cobijo a cientos de especies de peces y mariscos, pero también refugio de aves. Dicen los lugareños que los manglares, casi guerreros silenciosos, son la primera resistencia de las costas contra la erosión, los huracanes y tormentas.

No podría decirle mucho más, salvo que no olvide que República Dominicana es mucho más que playas bonitas, clima agradable, hoteles todo incluido, ron y merengue, fue también territorio de taínos, sufrió no una sino varias conquistas, fue colonia en disputa de varias potencias y muchas de aquellas historias han quedado grabadas en las calles y murallas de Santo Domingo. Así que sepa, que si se decide viajar a Punta Cana y andar nada más que de tragos y fiesta, no ha conocido la isla, sino sólo su patio de juegos.

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