Elegir un jardín de infantes

Jardín de infantes /// //www.flickr.com/photos/barberenc/

//www.flickr.com/photos/barberenc/

Todo el que alguna vez, al borde de sus nervios, ansiedades e inseguridades, ha debido dejar a su hijo o hija -ese ser que está hecho de un trozo de nuestras vidas y en el que se nos juega cada sonrisa y muchas lágrimas- en un jardín de infantes se ha hecho infinidades de preguntas previas. Está bien que así sea, cuántas más preguntas uno sea capaz de hacerse, más respuestas buscará y en algún momento algunas irán dando forma a algo. Así que, amigos, lo primero es lo primero.

Antes de elegir un jardín de infantes háganse el favor de llamarlo, justamente, jardín, nunca guardería. En la guardería se dejan los barcos en temporadas en las que no se navega, los niños van a un jardín, un lugar donde “crecer, aprender y socializar”. Quién más, quién menos, ese será el discurso de buena parte de las directoras, encargados, docentes con los que se topen en la búsqueda, a los que se les descompondrá la cara cuando ustedes osen mencionen esa palabra, totalmente fuera de tono, que es “guardería”.

Así que vamos a por un jardín de infantes.

Las preguntas a hacerse son, básicamente, qué es lo que buscamos cuando buscamos un jardín de infantes. Si es un lugar donde dejar al niño mientras no podemos ocuparnos de él, o un espacio de expresión y juego, un lugar en el que trabaje sobre el desapego y comience su crecimiento en el intercambio entre pares.

Si usted busca una aguantadero, donde le tengan al niño o niña un rato mientras toma el aire que la maternidad / paternidad le ha quitado, probablemente no tenga muchas preguntas para hacerse, en ese caso, vaya al más cercano.

Si acaso, su búsqueda va más orientada a las otras cuestiones vale decir que existen espacios que más que jardines, son lugares de encuentro en los que padres y niños realizan actividades una o varias veces por semanas. Están pensados, justamente, para que los pequeños comiencen a relacionarse con otros niños en un entorno de juego siempre en contacto con sus padres.

En lo que se refiere a los genéricamente llamados jardines, hay para todos los gustos, y la única forma de dar con él es hacerse las preguntas correctas. ¿Queremos un jardín chico, contenedor, familiar o un jardín de esos que pertenecen a grandes instituciones de formación, en la que nuestros hijos puedan cursar todos los demás niveles educacionales?

¿Queremos que quede cerca, para que nos resulte cómodo llevarlo y traerlo (no sólo a nosotros, los niños pequeños también sufren los traslados y los avatares de las ciudades) o priorizamos calidad educativa y no nos importa movernos? ¿Si es cerca, sería cerca de la casa o del trabajo?

¿Buscamos opciones estatales o privadas, laicas o parroquiales?

¿Preferimos jornadas completas o simples? ¿Con comedor incluído?

¿Buscamos una educación formal y rígida, una inmersión temprana en la institución escolar o preferimos un sistema más laxo, de juego reflexivo y autoconocimiento?

Con esas respuestas, las verdaderas, sin engaños, láncese a tomar entrevistas. Trate de tomar varias, no se guíe por las apariencias, algunos lugares son sólo eso, apariencias. Pida entrevistas, converse con los titulares, con los docentes de la sala a la que su hijo o hija ingresarían. Preste atención a cómo hablan de los niños, qué cosas ellos quieren saber de su hijo, registre si se interesan más en usted que en el niño. Tenga en cuenta qué cosas mencionan como prioridades del jardín, apunte en qué momento mencionan los precios.

Pida una recorrida por las salas, vea los baños (hay de nenas y nenes diferenciados y otros que son mixtos), tenga en cuenta que sus hijos aprenderán más de sus compañeros que de sus docentes. Si los niños comen allí, vea la cocina, si toman siestas allí, vea cuales son los espacios para ello.

Chequee la seguridad de los espacios abiertos y cerrados, el acondicionamientos, la disposición de estufas o calefactores, de los enchufes. Pida las habilitaciones. Consulte por los seguros, la asistencia médica. Fíjense en la limpieza, mire los rostros y las manos de los chicos en las salas. Y sienta, trate de imaginarse en ese lugar varias horas al día durante toda la semana. Intente ponerse en la piel de sus hijos, ver con sus ojos.
Finalmente, haga el ejercicio de ir al horario de salida de los chicos (tenga en cuanta cuáles son las condiciones de seguridad de cada jardín, quiénes retiran a los niños, etc) y observe, fíjese como salen, si lloran, si ríen, si cuentan lo que hicieron… Por último, mire a los hombres y mujeres que esperan a sus hijos, trate de imaginar si podría ser amigo de alguno de ellos, porque sí, sepa que usted deberá ser amigo de los padres de los amigos de su hijo o hija, o por lo menos deberá compartir con ellos varias cosas. Y si quiere, hable con alguno, pregúntele su experiencia en el jardín. Ellos serán una buena fuente de información.

Lo demás queda por su cuenta.

Comentarios a esta nota

También te podría gustar...