Cómo recordar lo que se estudia

El escritor argentino David Viñas subrayaba frenéticamente no sólo los libros, sino también las notas de los periódicos, diarios y revistas. Quienes lo han visto meterse en los hormigueros de letras que linkeaba con diferentes colores de biromes, han podido advertir el grado de concentración con que se abocaba a la tarea.

Subrayar las ideas más importante, las más trascendentes de cada párrafo es clave a la hora de intentar memorizar. Y ese gesto de marcar, si se hace con colores, resaltadores o símbolos particulares colabora en la retención de imágenes que sirven para evocar la información.

Las imágenes son buena parte de la memoria, por eso se aconseja también realizar cuadros, flechas y hasta dibujos en las páginas en las que se toman apuntes.

Recuerdo la libreta de notas de un periodista, que mientras pergeñaba sus entrevistas o artículos de fondo dibujaba en los márgenes. Eran pequeñas figuras apenas delineadas, escenas cotidianas y hasta algunas viñetas.

Resulta simple traer a la memoria esas páginas, mucho más que las de libretas, cuadernos o carpetas llenas sólo de palabras.

Pero sucede que antes de poder subrayar, antes incluso de poder escribir sobre lo que se ha leído, hay que poder leer con atención, concentrado sólo en eso que se está haciendo. Tarea titánica en los tiempos que nos corren, en los que los mensajes de WhatsApp no paran de entrar, tintinear y reclamar vistos y respuestas.

Así que tal vez el primer consejo sea el de buscar un lugar tranquilo de la casa, la oficina o el bar, evitar los lugares de paso y desactivar la recepción de mensajes del movil, no digamos apagarlo, simplemente ponerlo en modo avión.

 

Hasta acá tenemos:

  • Encontrar un lugar tranquilo
  • Poner el teléfono en modo avión
  • Leer y subrayar las ideas más importantes de cada párrafo o página
  • Apuntar con palabras propias lo más relevante de esas ideas
  • Agregar dibujos, flechas, corazones, estrellas o lo que cada quien prefiera
  • Llegado este punto es importante volver sobre lo escrito y leerlo en voz alta.
  • Por último vale intentar conversar sobre el asunto con alguien que se preste a escuchar. Ya ha dicho el pedagogo británico Aidan Chambers que a veces no sabemos lo que pensamos sobre algo sino hasta que nos escuchamos decirlo en voz alta.

 

 

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