Dejar de fumar

Vale empezar por el principio. Yo he fumado, a veces fumo, adoro el aroma del tabaco recién encendido, la grata sensación de pérdida de equilibrio cuando el humo ingresa al organismo y la suave caricia cálida que deja al salir. Muchas veces el tabaco destraba ciertas palabras y facilita la charla. Salir a fumar, es, sobre todo, tomarse la libertad de dejar lo que se esté haciendo y salir. Dicho esto, aunque personalmente nunca haya pasado por la infructuosa tarea de dejar de fumar, he visto a muchos acatar fórmulas, probar con pastillas, con chicles, con chupetines, con sexo, con hierbas aromáticas, y seguir toda clase de consejos a fin de abandonar el hábito y limpiar de una vez y para siempre los ceniceros de la casa. Y siempre, también, los vi regresar.

Cualquiera que se ha detenido antes esos traumáticos videos elaborados por las universidad y las organizaciones gubernamentales sobre tabaquismo ha sentido, aunque sea por unos minutos, la necesidad revolear el atado; todos quienes reparan en las escalofriantes imágenes que se colocan en las etiquetas, de miembros mutilados y órganos chamuscados, consideran que fumar no es bueno. Y es claro que no lo es, como tantas otras cosas. Campaña tras campaña, el impacto de las imágenes va perdiendo peso, pero nada ha combatido tanto al tabaquismo como la condena social que se desató tras la prohibición de fumar en espacios cerrados, oficinas, hoteles, transportes, restaurantes y bares. Porque el tabaco es, ante todo, un hábito social, y cerradas las puertas de los espacios de entretenimiento e intercambio la práctica se ha vuelto, sin más, antisocial, algo así como comer ensalada de rúcula y ajo en un almuerzo de trabajo.

Sin ser ilegal, el tabaco se consume casi exclusivamente espacios privados, y eso no le quita el gusto pero cercena buena parte del disfrute. Así que si ustedes han decidido dejar de fumar para no tener que abandonar la sobremensa en un restaurante y salir a la fría noche, donde los bandidos fumadores cruzan miradas, se piden fuego e intercambian tips casi delictivos, “¡enhorabuena!”, celebra la página del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, de España. Si ustedes han tomado la decisión ya han hecho buena parte del camino, y allá ustedes.

Revisemos algunas opciones del saber popular para colaborar con quienes se someten a la evangelización.

  • Elijan un día para dejar de fumar.
  • Comuníquenselo a su entorno, ellos ejercerán presión cuando su voluntad haya cedido.
  • Tire los puchos, déjelos correr en el inodoro y mírelos irse.
  • Recuerden que dejar de fumar, en general , toma varios intentos.
  • Reemplacen el tabaco por golosinas, preferentemente chicles sin azúcar, alfajores de arroz y todo lo dulce de bajas calorías que se les ocurra, sino subsanarán el tabaquismo y ganarán en obesidad.
  • Eviten la tentación alejándose de quienes aún abrazan el vicio
  • Mantengan sus manos ocupadas, es uno de los consejos más polémicos, ustedes sabrán por qué
  • El otro es simplemente, haga algo con su boca, meta algo en su boca, no agregaré ningún comentario.
  • Recompénsense cuando logran evadir el deseo de encender, como más les plazca.
  • Pensar en términos económicos puede ser un incentivo, ¡lo que se ahorra uno sin comprar cigarrillos! Aunque siempre están los eternos aprendices del arte de no fumar que se pasa el tiempo mangueando cigarros.
  • Siempre es válido apelar a la terapia de reemplazo de nicotina. Según la American Cancer Society esta terapia puede ayudar con los síntomas de abstinencia difíciles y los deseos de fumar, “única razón por la cual del 70% al 90% de los fumadores expresan que no pueden dejar el cigarrillo”.
  • Hay también otras muchas opciones, a saber:
    • El cigarrillo electrónico, o cualquiera de sus variantes. Hay quienes las llevan todas encima: pipa, cigarro, habano, pitillo, etc.
    • Hipnosis, es un ámbito en el que se da mucho la chantada, pero también hay profesionales serios.
    • La acupuntura es una opción pero los resultados no hay sido verificados estadísticamente.
    • Vitaminas u otros productos que alteran el sabor del tabaco y producen cierta repulsión, tampoco se conoce el grado de efectividad, se trata, sobre todo, de subjetividades.
    • Consumo de ciertas hierbas naturales en tratamientos homeopáticos
    • Hacer ejercicio, redescubrir la sensación de tener aire en los pulmones.
    • Y, siempre, deleitarse con los perfumes, las plantas aromáticas, la comida, la piel, el aire, la tierra mojada, el césped recién cortado. Volver a aprehender el mundo como cuando se era un niño. Ese, tal vez, sea el secreto.
Comentarios a esta nota

También te podría gustar...